
El frío aire invernal, las luces, los pinos y el delicioso olor a chocolate caliente, son esos pequeños detalles que nosotros apreciamos cuando viajamos en temporada de fiestas decembrinas y si a eso, le añadimos el encanto y la magia de paisajes únicos con calles adoquinadas y escaparates espectaculares, en definitiva, obtenemos una experiencia completa que nos llevara a un viaje inolvidable. Y una de las ciudades que cumple con todos estos requerimientos y mucho más, es sin duda Edimburgo, una capital con un atractivo único en el mundo.
La capital escocesa es mundialmente conocida por sus tradiciones, sus gaitas y su increíble conservación del pasado, mezclado con el esplendor del futuro; nombrada varias veces como la mejor capital del mundo, Edimburgo tiene algo para todas las edades, lo que logra engancharnos y enamorarnos una y otra vez de esta pintoresca ciudad. La historia de Edimburgo comienza en la Edad de Hierro, pasando por grandes reyes, hasta llegar a la unión con Inglaterra y volverse un solo reino; es por ello que la ciudad se divide en la Old Town, donde encontramos preciosas calles y una historia única, y la New Town, una creación para huir del ajetreo de la ciudad vieja.


Pero como todo buen viaje, primero debemos iniciar con lo más antiguo, aquello que nos narra una historia más vieja y es por ello que nuestro primer destino será el Castillo de Edimburgo. Subir a primera hora de la mañana nos garantiza un recorrido más tranquilo a la cima de la colina, ya que el castillo está construido sobre una roca de origen volcánico. Esta antigua e imponente fortaleza se ha convertido en uno de los castillos más visitados de Escocia, gracias a su increíble vista de toda la ciudad a sus pies; pero no es el único palacio que hay, así que, si son amantes de la arquitectura y la fotografía, darse un tiempo para recorrer los demás castillos también es una gran idea de viaje. Ahora bien, regresando a Edimburgo, esta fortaleza guarda en su interior mucha historia, la cual podemos ver en el museo nacional de la guerra o las antiguas prisiones; pero también podemos recorrer sus galerías de arte o sus capillas. Si visitamos el castillo en diciembre, podemos prepararnos para asombrarnos al ver la colina con un manto blanco, lo que le confiere un toque de cuento de hadas.



Después de nuestro recorrido por el castillo, podemos bajar y caminar por una de las calles con más encanto de la capital, la Royal Mile, la cual inicia justo donde está la colina del Castillo de Edimburgo y termina en la entrada al Palacio de Holyrood (palacio que sirve de residencia para la monarquía). Esta calle adoquinada es la columna vertebral de la Old Town y caminando por sus museos y galerías podemos encontrar los callejones, los cuales se abren paso entre viejos edificios y datan del siglo XVII. Además, recorriendo esta larga calle, podemos disfrutar de los mejores Pubs o cafeterías, donde encontraremos la comida típica de la región. También en la Royal Mile podemos disfrutar de la Scotch Whisky Experience, y para los amantes de Whisky, este recorrido es una gran experiencia para conocer el proceso de elaboración de esta bebida, y lo mejor de todo, se concluye el recorrido con una degustación.
También en nuestro recorrido por la Royal Mile podemos hacer una parada en la Catedral de St. Giles, dedicada al Santo Patrono de Escocia. La catedral data del siglo XII y es la más importante de Edimburgo; la iglesia medieval destaca por su exterior, del cual sobresale una cúpula hueca en forma de corona real, mientras que el interior sorprende con sus techos coloridos, el gran órgano y sus magníficas vidrieras, por las cuales se cuelan los rayos del sol y nos dan un encanto especial al atardecer.

Y como bien se mencionaba antes, visitar Edimburgo en diciembre es ver otra cara de la ciudad, una muy encantadora y llena de mercados navideños por todos lados, pistas de hielo y una impresionante noria. Hay dos calles en especial donde podemos encontrar lo mejor de esta temporada; una de ellas es Princes Street, la avenida principal de la New Town. Aquí se instala uno de los mejores mercados navideños y la famosa rueda del festival de Edimburgo, una noria roja y blanca de grandes dimensiones, esta rueda de la fortuna se eleva por encima de las edificaciones y nos ofrece una impresionante vista de todo el casco histórico de Edimburgo. Además, también podemos visitar los jardines en esta misma calle, los cuales decoran con hermosas luces de colores; los jardines son la frontera natural entre la nueva y la vieja ciudad.
Siguiendo nuestro recorrido navideño, no podemos omitir una visita al Royal Botanic Garden, el cual transforman para crear un sendero de luces. Este parque de luces se instala desde finales de noviembre y se mantiene abierto hasta los primeros días del mes de enero. El espectáculo está cuidadosamente montando con flores de temporada, reflejos danzantes, árboles iluminados con luces de colores y efectos de música que se distribuyen por todo el jardín, generando senderos invernales únicos. Cabe destacar que cada año es diferente, así que es una experiencia que jamás pasa de moda. Y estando en este lugar, debemos agregar una parada obligatoria a The Marshmallow Lady, una cafetería única en el mundo, donde podremos degustar un delicioso chocolate caliente con gigantes y locos malvaviscos, especialidad de la casa.
The Marshmallow Lady. Cementerio de Greyfriars.


A quince minutos caminando de Princes Street encontramos unos de los mejores secretos guardados de Edimburgo, Dean Village, una antigua aldea molinera bordeada por el río Water o Leith. A pesar de que no queda muy lejos del centro, las casitas junto al agua conforman un paisaje idílico sacado de un cuento con sus puentes y casa de piedra, rodeadas de vegetación. Explorar Dean Village y pasear por el sendero que sigue el río siempre es un placer y una gran forma de alejarse un poco de todo y recargar energías para continuar con el recorrido.
Otro de los puntos que no podemos saltarnos en nuestro recorrido por la pintoresca capital escocesa es el Cementerio de Greyfriars, en la Old Town. Lejos de ser un lugar lúgubre, este cementerio tiene una belleza muy especial e historias aún más interesantes, como el caso de la leyenda del perrito Bobby, quien
no se separó de la tumba de su amo durante más de 14 años, hasta su propia muerte en 1872; ahora tiene su propia estatua para conmemorar a unos de los héroes de la ciudad. También podemos encontrar la leyenda del poltergeist llamado Mackenzie y rincones relacionados con Harry Potter.
Por último, pero no menos importante, hay que hacer un espacio en nuestro itinerario para ir a Calton Hill y Arthur’s Seat. Ambos son asombrosos miradores, los cuales nos permiten observar mejor la ciudad. En el caso de Calton Hill, tiene la mejor vista 360 grados de la ciudad, y un monumento nacional, que recuerda a la Acrópolis de Atenas con grandes columnas de piedras. Por otro lado, Arthur’s Seat es la colina más alta que hay en Edimburgo, por lo cual tiene una gran vista panorámica, lo mejor de esto, es que podemos ver toda la ciudad y tener una foto de recuerdo con el castillo de Edimburgo de fondo y la ciudad a nuestros pies.
Visitar Edimburgo es un destino que no debemos dejar pasar, ya sea por su historia, sus paisajes o su cultura, siempre es un gran acierto para cualquier tipo de viajero; inclusive para aquellos que disfrutan de los deportes al aire libre, ya que en esta temporada se realizan carreras de beneficencia, el único requerimiento es que vayas vestido como Santa Claus. Así que, la hermosa capital escocesa puede ser una gran opción para nuestras próximas vacaciones.