
Amalia Hernández Navarro, bailarina, coreógrafa y embajadora de la cultura mexicana. Amalia fue una de las pioneras en el nacimiento del Grupo Experimental de Danza Moderna BFM, cuya misión es cuidar, mejorar y preservar la danza a través de talleres, ponencia y exhibiciones, su trabajo fue premiado en 1979 en el V Festival Hispano Mexicano de Música Contemporánea. Navarro creó más de 60 coreografías en su vida, mismas que hoy se siguen replicando.
“Un artista necesita total libertad al bailar. Tu único compromiso es con el mismo arte”.
La bailarina nació en la Ciudad de México. Amalia Hernández desarrolló una pasión por la música y el baile desde sus primeros años de vida. Como es sabido, en estos tiempos el acceso de la mujer a la educación era restringido, entonces su padre, Lamberto Hernández, decidió asignarle un tutor privado desde los ocho años. También recibió clases particulares de importantes maestros de danza; construyó en su hogar un estudio. Sus maestros fueron Luis Felipe Obregón y Amado López, con quienes aprendió danza mexicana; danza española con Encarnación López; “La Argentinita” y ballet con la maestra francesa Nelsy Dambre y el ruso Hipólito Zybin.
Cuando llegó a la adolescencia ingresó en la Escuela Nacional de Danza dirigida por la importante Nellie Campobello, desde esa época la joven supo que el baile sería su profesión. En ese momento ya era una diestra bailarina de danza clásica y moderna. Hernández se interesó por los bailes tradicionales de su país. Cuando recibió su título como bailarina profesional empezó a consolidar la idea de convertir el folclore mexicano en un espectáculo teatral. Luego de un tiempo y de diversos conflictos con Campobello, decidió retirarse y recurrir a la escuela Waldeen von Falkenstein de la maestra Estrella Morales; pionera de la danza moderna mexicana.

Se inició un proceso que pretendía encontrar bailarinas para formar el Ballet de Bellas Artes, y Amalia fue una de las seleccionadas, pero su familia la retiró del grupo. En esos meses contrajo matrimonio, cuestión que la alejo de la danza temporalmente. En 1947, se fundó el Instituto Nacional de Bellas Artes, que consideraba que el arte popular era una fuente viva de conocimiento y fundamental para comprender la cultura mexicana. La artista ingresó en 1948 al Instituto como profesora con el objetivo de impulsar la profesionalización de los bailarines en todas las ramas de la danza, y colaboró en la fundación del Ballet Nacional de México, dirigido por Guillermina Bravo.
En 1952 fundó el Ballet Folklórico de México. Empezó con apenas ocho bailarines, pero con el paso del tiempo el Ballet llegó a contener 300 bailarines en formación. En 1954 hicieron su primera gran actuación en televisión, con mucho esfuerzo Amalia logró que su grupo representativo tuviera presentaciones casi semanalmente y después representaron a México a nivel internacional. Por ejemplo, representaron a México en los Juegos Panamericanos de 1959 celebrados en Chicago. En la actualidad, la escuela que lleva su nombre tiene más de 300 alumnos.

En la década de los 60 el ballet obtuvo el primer lugar en el Festival del Teatro de las Naciones. Años más tarde, en 1968, Amalia Hernández dirigió el Ballet de los Cinco Continentes y el Ballet de las Américas. Ambas nuevas compañías actuarían en la Olimpiada Cultural, gracias al éxito de estos bailarines siguieron actuando en foros mexicanos y extranjeros. Algunos años después integró la parte teatral al ballet, con ayuda de su hermano, Agustín Hernández. Es necesario afirmar que el empeño de Amalia fue decisivo en el crecimiento de la danza tradicional mexicana.
Su aporte generó un desarrolló de un estilo completamente nuevo de la danza folklórica, ella combinó los bailes tradicionales con movimientos más coreografiados y estilizados propios de su entrenamiento formal. Hernández le dio un toque especial a los bailes populares de todas las regiones y de todas las épocas de México, logrando que la danza;
folklórica mexicana fuera reconocida internacionalmente. Fue una de las principales promotoras de la creación del Grupo Experimental de Danza Moderna BFM, contribuyendo a la preservación, modificación y enseñanza de la danza ofreciendo conferencias, cursos y presentaciones. Fue muy importante su aporte en lo que hoy podemos apreciar de
las danzas mexicanas.
Su esfuerzo fue reconocido en 1979 en el V Festival Hispano Mexicano de Música Contemporánea, en la presencia del entonces presidente de la república, José López Portillo. Desde la década del 90, la coreógrafa y bailarina comenzó a sufrir varios problemas de salud. Lamentablemente, la importante artista falleció el 5 de noviembre del 2000, en su ciudad natal. Su legado ha perdurado gracias a sus hijas y a su nieto Salvador López López, quien dirige actualmente la compañía. Viviana Basanta y Norma López, hijas de Amalia, se han dedicado a la dirección artística y administrativa del ballet.



El amor de Hernández por la indigeneidad también ha cimentado la imagen indígena de México en todo el mundo, un resultado directo de la presencia mundial de la empresa. Esto ha ayudado a reconocer la cultura mexicana única, así como a promover un sentido de orgullo nacional con respecto al baile folclórico. Además, no rehuyó las diferencias regionales, sus bailes se enfocaron en áreas geográficas específicas y áreas culturales en México para brindar una perspectiva diversa de México. Por ejemplo, sus danzas más famosas (Melodías de Michoacán, Danza del Venado, Jalisco, Fandangos) destacan ciertas áreas de México, junto con sus tradiciones culturales.
El 19 de septiembre de este año, se celebró el 105 ° aniversario del nacimiento de Amalia Hernández. Su figura ha sido destacada como una de las máximas representantes de la cultura mexicana en el mundo, además de ser considerada una de las primeras mujeres embajadoras de la cultura mexicana. Hernández fue un icono de la danza tradicional mexicana.