
Todo es cuestión de retroceder el tiempo para darnos cuenta de que, como mujeres, hemos tenido que luchar constantemente para tener los derechos que hoy tenemos. El sentirnos más libres, más independientes y con más voz en la sociedad, son sentimientos que nos hacen reconocer a mujeres como Marlene Dietrich, quien además de destacarse como una de las actrices más taquilleras de la década de los treinta, se convirtió en un ícono feminista y una de las primeras figuras abiertamente bisexuales que conoció Hollywood. Con mucho carácter, Dietrich desafió los convencionalismos y estereotipos de esa época con su estilo, pues su vestimenta comenzó a ser escandalosa por ir en contra las normas de género.
Con una personalidad glamurosa que retrataba misterio, seguridad y sensualidad, la actriz luchó por los derechos de las mujeres a través de la moda, siendo una de las primeras en desafiar a la vestimenta establecida para el género femenino y masculino. No le importó ser mirada y juzgada por lucir pantalones y trajes de hombre, sabiendo que se consideraba escandaloso y que incluso era peligroso, pues en una ocasión en un viaje a Francia, fue amenazada con ser arrestada por viajar “vestida como hombre”. Mientras viajaba a bordo de un transatlántico desde Nueva York, recibió un telegrama del Prefecto de Policía de París, que dejaba en claro que al llegar al territorio francés, de inmediato, sería arrestada. Sin embargo, lejos de alarmarse, Dietrich demostró esa valentía que la hacía caminar con seguridad con esos pantalones y saco blanco frente a las autoridades que la estaban esperando en el andén, quienes sin decir nada la dejaron pasar. Días después, a modo de disculpa, la obsequiaron una pulsera de Paul Flato.
Nació el 27 de diciembre de 1904 en Schoneberg, cerca de Berlín, en el seno de una familia aristocrática. De pequeña recibió una educación muy estricta, con gobernantas francesas e inglesas y lecciones de latín y violín. Mientras estaba en su adolescencia, Dietrich dejó la música para explorar la actuación. Asistió a la escuela de teatro de Max Reinhardt, y pronto comenzó a conseguir pequeños papeles en el escenario y en películas alemanas. Desde entonces comenzó la historia de una de las estrellas de cine y música más populares de las décadas de 1930 y 1940. En 1923, hizo su debut en el cine con un pequeño papel en “The Little Nepoleón”, y después participó en “Tragodie der Liebe” con Rudolf Sieber, quien después se convertiría en su esposo. Sin embargo, comenzó a tocar el éxito en 1930, cuando se mudó a los Estados Unidos y firmó con Paramount Pictures Studios, en donde le dieron personajes principales en películas como Marruecos (1930), en la que interpretó a Amy Jolly, una cantante de salón que se enreda en un triángulo amoroso con un miembro de la Legión Extranjera (Cooper) y un rico playboy (Adolphe Menjou). Por su trabajo en la película, Dietrich recibió su única nominación al Premio de la Academia.
«Me visto para la imagen. No para mí, no para el público, no por la moda, no para los hombres»
Continuando con su papel de mujer fatal, Dietrich desafió las nociones aceptadas de feminidad. A menudo usaba pantalones y modas más masculinas dentro y fuera de la pantalla, lo que se sumó a su encanto único y creó nuevas tendencias. Dietrich hizo varias películas con Joseph von Sternberg, incluidas “Dishonored” (1931), “Shanghai Express” (1932) y “The Scarlet Empress” (1934), en la que interpretó a la famosa zarina, Catalina la Grande. Por esta época, Dietrich también hizo varias películas con John Wayne, incluidas “Seven Sinners” (1940), “The Spoilers” (1942) y “Pittsburgh” (1942).
En su vida personal, fue una fuerte opositora del gobierno nazi en Alemania. Personas asociadas con Adolf Hitler, le habían pedido que regresara a Alemania a fines de la década de 1930 para hacer películas allí, pero ella las rechazó. Dos años más tarde, renunció a su ciudadanía alemana para convertirse en estadounidense. Como resultado, sus películas fueron prohibidas en su tierra natal. Durante la Segunda Guerra Mundial, Dietrich viajó mucho para entretener a las tropas aliadas, cantando canciones como “Lili Marlene” y otras que luego se convertirían en elementos básicos en su acto de cabaret. También trabajó en campañas de bonos de guerra y grabó mensajes antinazis en alemán para su transmisión.
Después de la guerra, la actriz hizo varias películas más exitosas, entre las más notables están “A Foreign Affair” (1948) y “Witness for the Prosecution” (1957). También realizó dos sólidas actuaciones secundarias en “Touch of Evil” (1958) y “Judgement at Nuremberg” (1961) de Orson Welles.
A la actriz alemana le encantaba ser parte del escándalo, por eso después de separarse de Rudolf Sieber, no ocultaba sus aventuras con los actores Gary Cooper y James Stewart, o con el escritor Erich Maria Remarque. Además, casi al mismo tiempo, tenía una relación con el actor francés Jean Gabin y con la escritora cubanoamericana Mercedes de Acosta. También afirmó haber tenido aventuras con George Bernard Shaw, John F. Kennedy y John Wayne.
A pesar de que era una de las estrellas mejor pagadas, su popularidad pública se desvanecía lentamente y los exhibidores de cine estadounidenses la etiquetaron como “veneno de taquilla”, un título compartido por personas como Greta Garbo, Katherine Hepburn y Mae West. Por lo que, Dietrich comenzó una próspera carrera como cantante a mediados de la década de 1950. Realizó su acto en todo el mundo, desde Las Vegas hasta París, para el deleite de sus fans. Aunque no pudo recuperar su éxito anterior, trabajó en diferentes películas durante las siguientes dos décadas con directores establecidos como Billy Wilder, Fritz Land y Alfred Hitchcock. Y en 1960, publicó su autobiografía, Dietrich’s ABC.
