

Han pasado 90 años desde que el novelista y escritor irlandés Bram Stoker, a través de su obra dio vida al Conde Drácula, uno de los personajes más míticos del mundo y la mejor representación de un vampiro. Stoker se basó para escribir la célebre novela que hoy inspira a todas las películas que tienen personajes vampirescos, en el folklore irlandés, en el misterio de las calles de Transilvania, y en la sombría vida del príncipe de Valaquia, Vlad Tepes o también conocido el “Empalador”, quien era famoso por su sádica personalidad, y cuyos métodos de castigo eran muy violentos. Aunque historiadores aseguran que el escritor nunca visitó la considerada “tierra de Drácula”; lo que sí es seguro es que la ubicó como la región más misteriosa y popular de Rumanía.
Transilvania con una población de un poco más de 7.309.000 habitantes, posee sitios que, aunque no hayan sido realmente los lugares en los que estuvo el Conde Drácula, son muy similares a los que el autor describe, y a los que algunos directores de cine han tratado de asemejar en sus películas. Una de las primeras referencias turísticas de este lugar es el emblemático Castillo de Bran, donde se dice vivió Vlad Tepes; sin embargo, no fue así. La construcción de esta fortaleza se remonta al año 1211, y aunque en varias ocasiones cambió de propietario, pasando a ser de los comunistas rumanos hasta de la realeza, actualmente es de la familia Von Habsburg, quienes han abierto las puertas del castillo para recibir a más de medio millón de visitantes al año, la mayoría en esta época. En las películas han pintado a este castillo como uno de los más escalofriantes, pero realmente es un monumento nacional valorado en 140 millones de dólares. Tanto por dentro como por fuera tiene un aspecto medieval; a través de él se puede apreciar las influencias húngaras y alemanas que se han impregnado en la región, así como muebles, armas, armaduras y métodos de castigo de la Edad Media.




Adentrarse en Transilvania, también implica conocer la ciudad natal de Vlad Tepes: Sighisoara, una ciudad considerada Patrimonio de la Humanidad desde 1999. Aunque no fue ni ha sido uno de los lugares más adinerados de Rumanía, durante el siglo XIV y XV tuvo protagonismo como la zona fronteriza que permitía intercambios comerciales, además de ser para los sajones y los húngaros una ciudad que protegía las fronteras del reino de Hungría frente la creciente amenaza otomana. La mayoría de los puntos de interés de esta ciudad se centran en murallas, calles empedradas, torres o en la historia de Vlad Tepes, los cuales la vuelven más intrigante. Una de sus peculiaridades y símbolo es la Torre del Reloj Sighisoara con estilo barroco, altura de 64 metros y cuya construcción data en siglo XIV. Sus tejas están al estilo austríaco, y sus cuatro pequeñas torres representan el poder de las autoridades locales, que podían hasta aplicar la pena de muerte.

A casi dos horas de distancia de Sighisoara se puede llegar a Salina Turda, uno de los pocos lugares turísticos subterráneos del mundo. Salina Turda es una antigua mina que se formó hace 13 millones de años a 120 metros bajo tierra en la localidad de Cluj, con el propósito de extraer la sal del lugar. En él se construyeron diferentes túneles y pozos para la extracción de este mineral, sin embargo, en la actualidad los turistas pueden descender y ascender en una escalera de 172 escalones o tomar el ascensor panorámico. Entre sus atractivos están la Mina Teresa y la Mina Rudolf, que sorprendentemente tienen una noria, un campo de minigolf, tenis de mesa, un anfiteatro y un lago para navegar. Además, se puede llegar a la Sala de Registro, donde están expuestas algunas de las herramientas que eran utilizadas por los mineros de épocas pasadas; en el mismo lugar hay un altar construido en un punto en el que según un velador vio la imagen de la Virgen María con Jesús en sus brazos. Según registros, fue hasta el 1 de mayo de 1271 y emitido por la cancillería húngara, que oficialmente se reconoció como mina a Salina Turda; los documentos también mencionan que durante un período cerró debido a la baja productividad, pero que durante la Segunda Guerra Mundial lo utilizaron como refugio antiaéreo. En 2008 la mina se remodeló para volver abrir en el 2010 pero ahora como atracción turística.


Entre el bosque de Hunedoara se encuentra el imponente Castillo de Hunyad, singular por tener una mezcla entre lo gótico y medieval, que da alusión a que un vampiro lo habita. Sus torres, paredes y jardines fueron construidos sobre una antigua fortificación romana en 1315 por órdenes del Rey Carlos I de Hungría. Sin embargo, mucho de lo que se ve en la actualidad fueron ampliaciones de los años de 1440 a 1446 y 1458 a 1480. Rumanía no existió como reino independiente hasta 1881, así que por mucho tiempo este fue uno de los castillos más importantes del Reino de Hungría y una de sus piezas claves en la defensa contra el Imperio Otomano.
La tierra de Drácula es tan misteriosa, pero también encantadora por ciudades como Sibiu, en la que se puede apreciar antiguos edificios que denotan la elegancia de la cultura de los sajones. En otros tiempos Sibiu fue un importante centro económico y cultural de Transilvania que permitió crear relaciones comerciales entre el Báltico, el Mediterráneo y el Mar Negro. La ciudad medieval tiene diversos monumentos interesantes como el Puente de las Mentiras, considerado como el primer puente de hierro fundido de Rumanía; y aunque su nombre es muy claro, muchas leyendas giran en su entorno, entre ellas y la más famosa es que tiene el poder de detectar si alguien está mintiendo haciendo ruidos extraños como si fuera a caerse mientras “el mentiroso” lo cruza. Para un viaje a la era de vapor es perfecto el Museo de Locomotoras de Vapor, que conserva 33 locomotoras, tres quitanieves y dos grúas de vapor construidas entre 1885 y 1959 en Rumanía, Alemania y Estados Unidos. Sibiu tiene muchos encantos que le fueron reconocidos en 2007, ganándose el título como Capital Europea de la Cultura. Al año siguiente, Forbes la clasificó como “el octavo lugar más idílico de Europa para vivir”. En 2019, se le nombró como la Región Europea de la Gastronomía y para el 2020 como el “sexto mejor destino turístico de Europa”. Su sencillez con detalles vetustos son lo que la vuelven uno de los centros más importantes de toda Transilvania.
Además de considerarse como el lugar que habitó Drácula, Transilvania es uno de los pocos lugares que aún conservan la magia de la Edad Media, siendo un pasaje a esos años con sus enormes castillos e historias. Su peculiar estilo es lo que lo vuelve uno de los destinos más visitados en esta época del año, porque nada más emocionante que pasar Halloween y el otoño descubriendo lo que tanto hemos visto en las películas de vampiros.