domingo, abril 2, 2023
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    A GRANDES PASOS EN LA VIDA

    Quienes han tenido la oportunidad de leerme en ediciones pasadas saben que durante estos últimos años me dediqué en cuerpo y alma a mi profesión; el haber elegido ser notario ha sido para mí la mejor elección, pues durante este sendero tuve la oportunidad de conocer a grandes personalidades de Chiapas, como gobernadores, empresarios y hasta artistas de talla nacional. Sin embargo, antes de ser oficialmente un notario tuve que desarrollarme en otras actividades profesionales; el ser una persona intrépida y el marcarme constantemente retos hicieron posible el haber aprendido del cómo funcionan varias áreas.

    Recuerdo que, a principios del año de 1951 ingresé a la escuela de Derecho de San Cristóbal de las Casas, donde aprendí de excelentes catedráticos como Mariano Aguilar Correa, Manuel Flores Tovilla, Ausencio M. Cruz, Guillermo Zozaya Molina, Manuel Castellanos Castellanos, Filiberto Santiago Flores, Hermelindo Santiago Vital, Romeo Moscoso Pastrana y Fernando Correa Suárez. Fuese también aquí el punto de partida de grandes amistades con Óscar Sarmiento Rojas, Armando Ochoa Moguel, Alfredo Aguilar Durán y Jesús del Carmen González Domínguez, quienes desafortunadamente ya no nos acompañan en esta vida.

    Durante los cinco años de mi carrera trabajé en muchas compañías, las cuales en cuestión de horarios se ajustaban con los de mis estudios. Uno de mis primeros oficios fue en la central camionera de Ómnibus Cristóbal Colón, empresa a la que llegué por el señor Guillermo Hess, un tipo simpático, carismático y bohemio, y quien además estaba casado con mi querida prima Anita Póo. Mi trabajo consistía en recibir por la noche a los camiones que venían de la Ciudad de México y de otras partes de Chiapas.

    Poco después ingresé a los laboratorios de la Secretaría de Comunicaciones de San Cristóbal, desempeñándome como mecanógrafo, experiencia que debo a mi amigo José Alberto Domínguez, quien me recomendó con el ingeniero Aldasoro, jefe de dichos laboratorios. Pasando algún tiempo colaboré como empleado de mostrador en los almacenes “Tejidos de San Cristóbal” junto al señor Manuel Marenco, quien tenía a su cargo dicha negociación; además tuve la dicha de conocer al propietario y socio del Palacio de Hierro, Bernardo Rodenas. A la par ayudé y apoyé a mi primo Luis Póo en todas las funciones de box, lucha libre y en los eventos sociales que se llevaban a cabo por su cuenta en el teatro Zebadúa; él me compartía un porcentaje de las utilidades que se obtenían de todos los eventos.

    Al Lic. Romeo Moscoso Pastrana, quien en ese entonces era mi maestro y juez del Ramo Civil de San Cristóbal, le comenté que anteriormente había trabajado como mecanógrafo en el Juzgado Mixto de Ocosingo y que me agradaría ocupar nuevamente ese puesto, por lo que no dudo en nombrarme como mecanógrafo y secretario del Juzgado del Ramo Civil de San Cristóbal. El licenciado Moscoso no sólo aceptó mi petición, sino que también me apoyó decididamente en las labores del juzgado. Dicho trabajo me sirvió de mucho porque aprendí a dictar los acuerdos de las promociones que se recibían diariamente, después aprendí a dictar sentencias de jurisdicción voluntaria, y por último aprendí a dictar sentencias en los juicios contenciosos donde se necesitan mayores conocimientos para saber la interpretación correcta de las disposiciones legales que deben aplicarse en estas resoluciones para dictar una sentencia fundada y motivada. Algunos de mis maestros litigaban en el juzgado y siempre los atendía con rapidez en todas las promociones que presentaban en representación de sus clientes. Los atendía con esmero y respeto, pues sentía una gran satisfacción poder servirles, lo veía como una pequeña recompensa a los sabios conocimientos que ellos me enseñaban.

    Orgullosamente puedo decir que también me desempeñé como Director de los semanarios El San Cristobalense (1951-1952) y El Pueblo (1955), editados en la ciudad de San Cristóbal de las casas. Asimismo, fui corresponsal del diario “Es” dirigido por el talentoso y popular periodista chiapaneco Gervasio Grajales Gómez; y durante el mismo periodo fui corresponsal del Diario de Chiapas (1953- 1955) editado en la capital del estado por el distinguido periodista Carlos Ruiseñor Esquinca. Añadiéndole que fui nombrado como Gerente Director del diario de la República (1976), en el primer año de su nacimiento. El incursionar en el periodismo me fue de mucho provecho porque logré relacionarme con personajes importantes de la política local, entre ellos gobernadores, Senadores, Diputados y aspirantes al Gobierno del Estado.

    Luis Póo Zepeda y José Solórzano, primos y excelentes amigos.

    Por último, pero no menos importante quiero compartirles que fui intérprete de los turistas americanos que visitaban la bella ciudad de San Cristóbal, pero precisamente de los que se hospedaban en el Hotel Posada. Los acompañaba a los lugares más pintorescos e importantes de la ciudad como a San Juan Chamula, el Arcotete y a los templos más antiguos. Este trabajo fue de mucho beneficio para mí, porque a partir de 1953 fui designado catedrático en la materia de inglés en la escuela preparatoria y en donde cursé mis estudios profesionales.

    Si en esta ocasión hago mención de todos mis trabajos desempeñados es para que ustedes puedan tener a una referencia más del cómo se puede aprender de otros oficios sin precisamente haberlos estudiado por años. Siempre tengan en mente que los más valioso que puede tener uno en la juventud es el deseo de querer prosperar en todos los sentidos de la vida. Deben ser valientes, disciplinados y constantes ¡ahora!, no dejen que la vida se les vaya fugazmente si no están dando grandes pasos.

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