
E D G A R D E G A S
ARTE EN MOVIMIENTO.

Referirnos al arte del pintor y escultor francés Edgar Degas es hablar de perfección y de una sublime belleza rara veces alcanzada en la historia el arte. Degas fue ante todo un admirador de la silueta femenina, la cual plasmó en su estado de mayor elegancia a lo largo de sus lienzos para producir algunas de las obras maestras del arte universal.
Nacido en París en el seno de una familia relativamente rica de banqueros en 1834, Edgar Degas mostró inclinaciones por el arte desde edad muy temprana. A pesar de que su padre lo inscribió en la facultad de leyes de la Universidad de París, Degas se decidió por las bellas artes luego de conocer al pintor neoclásico Jean-Auguste Ingres, quién le aconsejó en una ocasión «dibuja líneas joven, muchas líneas». Para abril de ese mismo año ya había sido admitido en el École des Beaux-Arts, donde estudió dibujo con artistas prominentes que le ayudarían a detonar su máximo potencial como el pintor Louis Lamothe.



Los siguientes tres años de la vida de Edgar Degas transcurrieron en Italia, donde estudió a los clásicos del arte renacentista. En dicho país produjo retratos y dibujos de las obras de los legendarios maestros del quattrocento como Miguel Ángel Buonarroti, Rafael Sanzio y Titian. Como muchos artistas, Degas comenzó su carrera copiando a los grandes pintores; de hecho, los historiadores comentan que pasaba mucho tiempo en el Museo de Louvre haciendo cientos de dibujos de las obras más famosas de su tiempo, lo cual es evidente sobre todo al inicio de su carrera.
Los paisajes y la naturaleza le aburrían enormemente, sus temas se enfocaban a la silueta femenina expresándose con gran elegancia en la danza clásica. Muy a pesar de que las mujeres formaron parte esencial de sus temas y su fascinación por éstas era evidente, Degas permaneció soltero y nunca vivió con ninguna mujer, de acuerdo con su manera de pensar un artista debía permanecer en solitud.
Luego de su paso por Italia, el artista se trasladó a Nueva Orleans por una temporada para visitar a algunos de sus familiares. En ese novedoso entorno, el pintor se dedicó a retratar el nuevo mundo en obras que causaron gran admiración en Francia, como por ejemplo “El intercambio de Algodón”, la única pintura que Degas logró vender a un Museo durante su vida.
A su regreso a París, el pintor se encontró con una tambaleante situación económica familiar por el endeudamiento de su hermano René, y tuvo por primera vez que subsistir por las ventas de sus obras. Para salvar a su familia tuvo que vender su casa y exponer colectivamente con otros pintores en un grupo llamado “los impresionistas”; aunque Degas nunca se identificó con el término.

Nunca utilizó la paleta de colores de sus colegas impresionistas y frecuentemente se burlaba de ellos por pintar paisajes. En alguna ocasión declaró «Ningún arte ha sido menos espontáneo que el mío, lo que pinto es resultado del estudio de los grandes maestros y de la reflexión; de inspiración, espontaneidad y temperamento, no sé nada».
Ampliamente reconocido como un gran artista al final de su vida, Degas pasó a la historia como uno de los fundadores del impresionismo. A pesar de considerarse a sí mismo como un realista y que su arte cruzara muchas fronteras de géneros, su frecuente participación con los artistas impresionistas y sus pinturas dinámicas sobre la vida real aunados a sus experimentos en color, lo relacionaron de cerca con el movimiento impresionista e indudablemente, con su gran éxito y trascendencia.
