La vinculación afectiva y la interacción durante veinticuatro horas por más de siete meses en los tiempos de la pandemia del Covid-19, nos dio la oportunidad de conocer más a profundidad los sentimientos de las personas a través del trabajo terapéutico en línea y/o presencial. Durante el tiempo que he venido realizando sesiones con mis pacientes, he notado un alto impacto en las fases iniciales y en la afectación de la salud mental, en los cuales se observa el miedo como la emoción más fuerte que se experimentó en todas las edades; pero la angustia e incertidumbre afectaron principalmente a los adultos.

Desafortunadamente fue bajo el porcentaje de la población que con responsabilidad y cuidado realizaban sus actividades diarias, una situación que apostaba la salud de todos. Con ello también se creó conciencia sobre el valor de la dimensión social y de lo que llamamos “prioridades de la vida”. Todo lo que hemos vivido hasta el momento ha sido una gran oportunidad para apreciar la vida y la salud, además de darnos la posibilidad de valorar lo que ya teníamos y no podíamos ver por la prisa de todos los días o por el tiempo que nos absorbía el campo laboral.
En el tema de las relaciones en pareja, un porcentaje alto se dio cuenta que en su matrimonio o noviazgo se había perdido elementos fuertes como la comunicación, la admiración y el deseo, por lo que se vio afectado el campo del erotismo; porque como dice la gran sexóloga judía Esther Perel: “cómo desear lo que ya se tiene”. Cómo esperar que la relación fluya cuando la pasión se perdió desde hace tiempo.

El estar en nuestro propio mundo olvidamos la importancia de la interacción de miradas, de afectos, de escuchas eficientes, del tiempo de calidad y la comunicación asertiva. Quizá como pareja se cumplía, pero de manera forzada o probablemente se descuidaron los límites personales.
La convivencia obligatoria por la pandemia los llevó a darse cuenta que ya no existía la admiración y mucho menos el misterio, y los llevó por el camino en el que admitieron que la posición y/o el descuido por la otra persona destruyo el amor. Llegaron hasta el punto de ya no esconder ni buscar nada con su pareja porque ya no sentían la misma admiración y empatía. Se priorizaron otros elementos como los objetivos personales y se perdió el proyecto de pareja, se minimizó lo fundamental que es la presencia completa y el “empaque” de la otra persona. Tal vez perdiste, pero recuerda que siempre hay una nueva oportunidad.
En este caso se sugiere un acompañamiento terapéutico para que se logre volver al rencuentro y así reconstruirse nuevamente. ¿Valdría la pena encontrarse de nuevo con esa persona o retomar la vida de manera individual? El quedarnos o no dependerá de lo que deseemos para nuestro futuro, y lo más importante siempre será conservar nuestra dignidad y vivir en plenitud.

Gladys Elena Bonifaz Cordero. Sexóloga Humanista. Terapeuta de Contención Consteladora Familiar Cuántica
Formada por el Instituto Brigitte Champetier de Rive.
Tel: 961 242 4872